Y nuestros rostros, mi vida, fugaces como fotos
De John Berger, un proyecto de David Horvitz

viernes, 11 de junio de 2010

#9

Esta vez sólo era el pato, parado, en el medio del camino, pateando la tierra, con la cabeza agachada. Me llevo casi un minuto darme cuenta de que estaba detrás de la pata, ésta completamente invisible. Una o dos veces la pata desplegó sus alas y éstas aparecían bajo sus pies, antes de volver a tocar tierra de nuevo. Los envites cada vez más rápidos. Al final, cuando llegó al clímax, el pato cayó y la pata volvió a hacerse visibile. Él se cayó de su lado hacia la carretera, como si lo hubieran disparado, recostado sobre sí mismo. Una bolsa gris con la forma de pájaro, inerte en la tierra, como lleno de plomo. La pata miró a su alrededor, se agachó, batió las alas, estiró el cuello y se alejó, segura de que los patitos ahora la encontrarían.

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