Y nuestros rostros, mi vida, fugaces como fotos
De John Berger, un proyecto de David Horvitz

viernes, 11 de junio de 2010

#18

La explicación ofrecida por la cultura europea contemporánea, la que, en los dos siglos anteriores, ha marginalizado cada vez más otras explicaciones, es la que construye una ley del tiempo uniforme, abstracta, unilineal aplicada a todos los acontecimientos, y de acuerdo con ella todos los "tiempos" pueden ser comparados y regulados. Esta ley sostiene que la Osa Mayor y la hambruna pertenecen al mismo cálculo,  operación indiferente a ambos. También sostiene que la conciencia humana es un acontecimiento, fijado en el tiempo, como cualquier otro. Por lo tanto, una explicación que tiene como tarea "explicar" el tiempo de conciencia, maneja esa conciencia como si fuera tan pasiva como un estrato geológico. Si el hombre moderno a menudo ha sido víctima de su propio positivismo, el proceso comienza en este momento con la negación o abolición del tiempo creado por el acontecimiento de la conciencia.

#17

El primer tiempo se comprende tal y como es. Por esta razón los animales no tienen problemas filosóficos. El segundo tiempo se entiende de varias formas en diferentes periodos. La primera tarea de cualquier cultura es, efectivamente, proponer una comprensión del tiempo de conciencia, de las relaciones del pasado con el futuro comprendido como tal.

#16

El hombre es único en la medida que constituye dos acontecimientos. El acontecimiento de su organismo biológico y, en este es como la tortuga y la liebre, el acontecimiento de su conciencia. Por lo tanto en el hombre coexisten dos tiempos que corresponden con estos dos eventos. El tiempo en el que es concebido, crece, madura, envejece, muere. Y el tiempo de su conciencia.

#15

La esperanza de vida de una liebre por un lado, y de la tortuga por otro, ya está escrita en sus células. La duración probable de una vida es una dimensión de su estructura orgánica. No hay forma de comparar el tiempo de una liebre con el de una tortuga, a excepción de utilizar una abstracción que tampoco tiene nada que ver. El hombre ha introducido esta abstracción y ha organizado una carrera para descubrir cuál de las dos alcanzará primero la meta.

#14

Una hambruna es una trágica coincidencia de acontecimientos. A la que la Osa Mayor es indiferente, existiendo como existe en otro tiempo.

#13

El problema del tiempo es como la oscuridad del cielo. A cada acontecimiento le corresponde su tiempo. Los acontecimientos pueden apiñarse y sus tiempos solaparse, pero el tiempo en común entre los acontecimientos no rige como una ley más allá de la coincidencia.

#12

Érase una vez una historia

Ambos somos escritores. Acostados boca arriba, miramos al cielo nocturno. Aquí es donde empiezan las historias, bajo los auspicios de esa multitud de estrellas que por la noche roban certezas y a veces las devuelven convertidas en fe. Los que inventaron primero y después les dieron el nombre de constelaciones eran escritores. Trazando una línea imaginaria entre un grupo de estrellas les dieron una imagen y una identidad. Las estrellas enhebradas en esa línea eran como los hechos hilvanados en una narración. Imaginar las constelaciones naturalmente no ha cambiado las estrellas ni tampoco ha cambiado el oscuro vacío que las rodea. Lo que ha cambiado ha sido la forma en la que las personas leen el cielo nocturno.

#11

En la habitación, la coloqué sobre algunas hojas encima de la cómoda. Cuando apagué la luz, la luciérnaga brillaba de nuevo. En el tocador había un espejo que miraba directamente a la ventana. Si me recostaba sobre ese lado, veía una estrella reflejada en el espejo y a la luciérnaga bajo la cómoda. La única diferencia entre ambas era que la luz de la luciérnaga era más verdosa, más glacial, más lejana.

#10

Una noche, caminando por el campo cerca de Prijedor, en Bosnia, encontré una luciérnaga, con su luz ambarina y verde, entre unos hierbajos. La recogí y la llevé en mi dedo sobre el que brillaba como el ópalo eléctrico de un anillo. Cuando me acerqué a casa, otras luces le hacían la competencia, así que decidió apagarse.


#9

Esta vez sólo era el pato, parado, en el medio del camino, pateando la tierra, con la cabeza agachada. Me llevo casi un minuto darme cuenta de que estaba detrás de la pata, ésta completamente invisible. Una o dos veces la pata desplegó sus alas y éstas aparecían bajo sus pies, antes de volver a tocar tierra de nuevo. Los envites cada vez más rápidos. Al final, cuando llegó al clímax, el pato cayó y la pata volvió a hacerse visibile. Él se cayó de su lado hacia la carretera, como si lo hubieran disparado, recostado sobre sí mismo. Una bolsa gris con la forma de pájaro, inerte en la tierra, como lleno de plomo. La pata miró a su alrededor, se agachó, batió las alas, estiró el cuello y se alejó, segura de que los patitos ahora la encontrarían.

#8

En varias ocasiones vi la familia al completo. A menudo se instalaban en el césped debajo de los arbustos frente al cementerio. La primera vez que vi las luces del cementerio al atardecer, me di cuenta de que merodeaban por  allí. Una pata, un pato y seis patitos.

#7

Un pueblo entre las colinas, cerca de Pistoia. El cementerio era rectangular, rodeado de altos muros y verjas de hierro forjado. Por la noche, la mayoría de las lápidas estaban iluminadas, cada una con una vela. Pero eran velas eléctricas, y se encendían a la vez que las farolas. Estaban encendidas durante toda la noche y había muchas más que faroles en el pueblo. Pasado el cementerio, la carretera te dirigía hacia una granja. A lo largo de esta carretera de tierra vi a uno de los patos grises.

jueves, 10 de junio de 2010

#6

El siguiente animal fue un gato. Un gato completamente blanco. Estaba en una cocina con el suelo desnivelado, la chimenea abierta, una mesa de madera que estaba un tanto rota y las paredes encaladas. Frentre a ellas, el gato era casi invisible, a excepción de sus oscuros ojos. Cuando giraba la cabeza se difuminaba con la pared. Cuando daba saltos en el suelo o hacia la mesa, parecía una criatura que hubiera escapado de las paredes. La forma en la que aparecía y desaparecía le daba la misteriosa intimidad de una deidad del hogar. Siempre pensé éstas que eran animales. A veces visible y a veces invisible, pero siempre presente. Al tiempo que me sentaba en la silla, el gato saltó sobre mis piernas. Tenía los dientes afilados tan blancos como su pelaje. Y la lengua rosada. Jugaba, como todos los gatos, continuamente: con su propia cola, en los respaldos de las sillas, con las migajas del suelo. Cuando quería descansar, buscaba algo mullido sobre lo que acostarse. Y observándolo, fascinado, durante una semana, me dí cuenta de que siempre que podía elegía algo de color blanco: una toalla, un jersey blanco, ropa lavada. Entonces, con los ojos y la boca cerrados, enroscado, se volvía invisible rodeado por las blancas paredes.

#5

Poco después la liebre volvió a atravesar la carretera, esta vez media perseguida por media docena de hombres, no obstante corriendo mucho más lentos que ella, y parecía que había saltado de un plato. La liebre saltaba hacia los peñascos y las primeras partes nevadas. El agente de aduanas estaba gritando instrucciones sobre como cazar la liebre. Y yo seguí conduciendo para atravesar la frontera.

#4

La primera fue una liebre. A doscientos metros en una frontera de montaña. -¿Adónde va?- me preguntó el agente de aduanas francés. -A Italia- le respondí. -¿Por qué no se detuvo?- me preguntó. -Pensé que usted me lo advertiría- le contesté. Y en ese momento todo quedó olvidado porque unos metros más allá una liebre atravesaba la carretera. Era flaca y tenía unos mechones marrones en la punta de sus orejas. Y aunque corría despacio, lo hacía para salvar su vida. A veces esto sucede.

#3

La Primera Parte trata sobre el Tiempo
La Segunda Parte trata sobre el Espacio.

1/Una vez

Cuando abro mi cartera
para enseñar mi carnet
para pagar
o para consultar el horario del tren
te miro.

El polen de las flores
es mas viejo que las montañas
Aravis es joven
para ser una montaña.

Los óvulos de las flores
seguirán sembrando todavía
cuando Aravis ya mayor
no sea más que una colina.

La flor en el corazón
de la cartera, la fuerza
de lo que vive en nosotros
sobrevivirá a la montaña.

Y nuestros rostros, mi vida, fugaces como fotos.

#2

Me gustaría expresar mi gratitud con el Transnational Institute de Amsterdam, y con el Institute of Policy Studies de Washington, y agradecerles su apoyo a lo largo de los todos los años en los que este libro ha sido concebido y finalmente escrito. También me gustaría dar las gracias al New Society de Londres y a The Village Voice de Nueva York, por haber publicado algunos artículos en los que desarrollaba algunas ideas previstas para este libro. Por último, me gustaría dar las gracias a Anthony Barnett por ayuda como crítico.

#1

Y nuestros rostros,
mi vida,
tan fugaces como fotos.


Por John Berger